Entrevista: María Victoria Carvajal, Directora de Arte Textil Pawllu

“Tejer es entramar, es comunicar, es entender que somos una sociedad”. Dedicada junto a su equipo de Arte Textil Pawllu a rescatar el patrimonio cultural perdido, aquel que alguna vez perteneció a las comunidades precolombinas y que hoy ya no está. Esa es, ni más ni menos, la labor que la conservadora y restauradora textil María Victoria Carvajal se ha propuesto a través del centro de arte textil, de donde es su directora y que gracias a arduas investigaciones han ido rescatando para integrarlo y comprenderlo como parte de nuestra identidad.

¿Cómo nace la idea de rescatar lo textil como parte de nuestro patrimonio cultural?
Soy artista textil y me apasiona lo textil. Aprendí a amarlo en el Museo Precolombino donde trabajé por 18 años, esa experiencia de transmutación muy fundamental para mí. Y hoy día con Arte Textil Pawllu no nos queremos encerrar en una determinada temática, pero nuestro amor más grande son los textiles andinos y los textiles mapuche, a los que nos hemos dedicado por más de 23 años.

¿Cómo han logrado mantener esta labor por más de dos décadas?
Es una tarea difícil mantenerse, porque no es ninguna novedad que la cultura en nuestro país no es una prioridad, el apoyo a quienes realizamos esta labor es muy pobre. Sin embargo, desde hace unos 4 años atrás hay una gran motivación por ir atendiendo mejor las necesidades culturales que tienen que ver con nuestra identidad, sobre todo desde el Estado. Yo creo que se está realizando un trabajo bastante serio. Hace poco fui a un seminario sobre patrimonio cultural inmaterial y realmente estaba sombrada del grado de entrega de la gente que estaba elaborando las normativas para la protección del patrimonio.
¿Estamos entonces en un momento de mayor valoración de nuestro patrimonio cultura?
Hay muchas cosas que faltan, por ejemplo yo me daba cuenta que se habla de la preservación del patrimonio cultural existente, pero hay patrimonio que se ha perdido y nosotros trabajamos principalmente con su recuperación, la que gracias a nuestra investigación y la de otros se ha ido recuperado.

¿Existen los canales para influir en que el patrimonio cultural perdido especialmente a través de lo textil sea incorporado y valorado como un aporte para comprender las culturas precolombinas?
Los procesos de cambio siempre son lentos y nada nace espontáneamente; siempre hay un origen de las cosas, aquí no hay borrón y cuenta nueva, siempre nos estamos empinando sobre los trabajos de otros. Entonces no podría decir que hay un corte, pero si mayor comprensión de lo importante que es el cuidado de nuestro patrimonio textil. Esto se profundiza a partir del año 2013 donde hubo una declaración por parte de la Unesco sobre el patrimonio cultural inmaterial.

Aporte de las mujeres en valorar la recuperación de los textiles como parte del patrimonio cultural
El textil en nuestras culturas prehispánicas nació como nace en cualquier otra comunidad del mundo: esto es para cumplir una función básica utilitaria: protegerse, arrastrar algo, abrigarse, por lo que buscaron qué fibra podía servir más para aquello; esa era la función que cumplía. Prontamente en estas comunidades el textil pasó a cumplir otra función y pasó a ser portador de sus ideas identitarias y de sus ideas cosmogónicas, entonces yo diría que previo a los trabajos de las mujeres principalmente, el trabajo arqueológico entrega su granito de arena. Estamos hablando del área centro sur andina donde están las comunidades que comprendían lo que hoy es el norte de Chile, casi todo Perú y el noroeste de Argentina y Bolivia. Era todo un enclave cultural que son las culturas andinas, pero que si nos vamos acercando, nos damos cuenta que cada comunidad tiene sus diferencias. Cuando a nosotros nos llega un textil investigamos su origen cultural, origen cronológico, geográfico, etc, el estado en que está todo eso es parte de resguardar el patrimonio.

¿Cómo logran insertarse en la comunidad para que se conozca la labor que realizan?
Hacemos exposiciones. El año antepasado hicimos una que se llamó Tejer con Sentido y eran trabajos de nuestras alumnas de las distintas técnicas textiles y también trabajos nuestros. Nuestras exposiciones siempre las hacemos con talleres o charlas, aprovechamos de educar.

¿Qué habría que hacer para tender mayores puentes con la gente común y corriente?
El Museo Precolombino puede hacer cosas grandes porque tiene un apoyo económico importante, su labor ha sido fundamental para que en Chile se empezara a mostrar nuestro pasado prehispánico, esa es una actividad. Otra cosa es la que está haciendo el Consejo de la Cultura, generando normativas para preservar nuestras tradiciones. A nivel de gobierno, tendrían que ver cómo incorporamos esto en los colegios, por ejemplo, yo me he especializado en el estudio de los quipu, que son instrumentos de registro que crearon las comunidades andinas. El quipu es una cuerda madre de la cual prenden otras cuerdas, las que representan lo que se va a cuantificar: las estaciones, los tributos, las cosechas. Este instrumento maravilloso funciona con el sistema decimal y se representan con nudos. Es textil, porque los andinos cuando tenían que resolver un problema lo hacían siempre desde lo textil, estaban muy compenetrados con lo textil.

Si uno lo enseñara en los colegios, les enseñaría a pensar, igual que tejer, entramar, es comunicar, es entender que somos una sociedad, son muchas cosas que se pueden aprender. El diseño textil antes existía y hoy prácticamente ya no existe en ninguna universidad, de repente se priorizan otras cosas según la economía.

¿Trabajan con la comunidad donde está inserto el Centro de Arte Textil Pawllu?
Cuando hacemos nuestros cursos hacemos una exposición final a la que invitamos a la gente cercana. También una de las exposiciones de la Violeta la hicimos en la calle, los vecinos nos prestaron los frontis de sus casa y toda la calle era la exposición, vinieron diabladas. Nos integramos en la medida que podemos, porque nuestro fuerte tiene que ser aquí con las investigaciones.

Nuestra primera exposición fue en el Centro Cultural Montecarmelo en Providencia, después lo ampliamos, mejoramos y lo presentamos como proyecto al Gobierno Regional, estuvimos en 3 lugares. A veces no hay mucha respuesta y otras hay efervescencia. Por ejemplo, la exposición de la Violeta fue maravillosa, cómo la gente se volcó a los balcones. Una comprueba muchas cosas también, comprobar cómo la Violeta está en el alma de la gente, muy profundo, quedamos muy contentas porque la gente se emocionaba mucho.

Próximas actividades
En los primeros días de enero vamos a hacer un workshop con una artista chilena que ha vivido largo tiempo en México, donde descubrió la importancia de la cochinilla, un parásito de la tuna (que da un rojo carmín) y ha hecho todo un trabajo maravilloso con su tinte sobre papel.

Hace poco supimos que en el Valle del Elqui (Región de Coquimbo) había una empresa llamada Colorantes de Chile donde tenían crianza de cochinilla y que de repente desapareció, porque el tiente de cochinilla ha sobrepasado el marco del tinte para las telas, (hoy) está en las comidas, en el maquillaje y en la cosmética, pero en nuestras tradiciones fue muy importante, el color rojo fue fundamental.

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