Constanza Cortés, arqueóloga

“A través de los vestigios se pueden recuperar las voces de las mujeres, de los esclavos, de los indígenas”

Actualmente está haciendo un doctorado en Argentina y es  profesora adjunta en el Instituto de Historia y Ciencias Sociales de la Universidad  Austral de Chile. Como arqueóloga aborda el espacio que tienen las mujeres en el ámbito de la investigación y no ve muchas diferencias con otros países latinoamericanos como Perú y Argentina. En general, alude a que es una disciplina dominada por mujeres, tanto en terreno como en la Universidad, pero en los espacios del desarrollo investigativo esto no se ve reflejado.  Sin embargo, a nivel latinoamericano están habiendo discusiones para  posicionarse como mujeres en la construcción de una prehistoria o historia de las  sociedades.

Como investigadora mujer ¿visualizas que hay una mirada de género que influye en cómo se abordan las investigaciones en tu ámbito de interés?

Como investigadoras mujeres tenemos la capacidad de poder preguntarnos que es la arqueología, preguntarnos por todas esas áreas que quedan muchas veces ocultas por las historias oficiales o por el mismo desarrollo de la disciplina. Entonces podemos tratar de acceder a aspectos relacionados con actividades que realizaban las mujeres, de cuidado en torno a los niños, a la enseñanza y de cómo estas prácticas van perdurando a través del tiempo. Muchas veces éstas no son relevadas por la arqueología o son consideradas a un lado de las grandes preguntas que se desarrollan y que siempre están vinculadas más a aspectos  tecnológicos o a cambios dentro de la sociedad. Y de repente estos espacios en los cuales hay este mantenimiento de la sociedad es justamente donde las mujeres tienen un gran rol y un papel fundamental en el funcionamiento cotidiano.

¿Cómo has visto la instalación de esta mirada sobre aspectos no contados del aporte de las mujeres en los procesos históricos? ¿Hay avances en ir apoyando este tipo de investigaciones o aún no es tan relevante?

En general, en distintos espacios se están dando mayores discusiones donde las investigadoras podemos reunirnos y empezar a discutir en torno a estas temáticas. Hay una serie de redes de mujeres donde podemos ir participando, discutiendo y conversando. Hoy en día creo que se ha abierto una posibilidad mucho más amplia para posicionarnos de mejor manera. Creo que es un momento especial y particular en el cual tenemos un deber con nosotras mismas de tratar de hacerlo más visible.

¿Participas de redes o alianzas a nivel internacional, o más a nivel interno en Chile?

Existen redes entre distintas disciplinas, a nivel latinoamericano hay una red de investigadoras de mujeres y dentro de Chile también existe. Esto de trabajos en conjunto es más bien reciente, primero estamos haciendo una red de apoyo y de escucharnos, y gracias a los viajes que he hecho por mi doctorado en Argentina he tenido la posibilidad de reunirme con mujeres en distintas instancias, en las cuales se conversa este tipo de situación. Incluso se pone de relevancia en los mismos congresos, donde hay reuniones específicas entre mujeres donde nos juntamos a conversar acerca de las problemáticas que tenemos cada una en nuestra disciplina y dentro de los distintos países.

En cuanto a tus investigaciones sobre la interacción entre las poblaciones locales incas y españolas, ¿has podido rescatar cuál es el rol de la mujer en esta construcción social?

La verdad nunca lo construimos desde ahí, sino que la sociedad está construida por mujeres y hombres, niños y niñas, que están constantemente produciendo los distintos objetos que nosotros analizamos. Uno puede observar diferencias en cómo las mujeres participaban en determinadas instancias a través de los relatos, de las crónicas, como por ejemplo en la producción de chicha y de ciertos tipos de alimentos y cómo estos se relacionan con los objetos. En particular, yo lo hago con la producción de alfarería y desde ahí podría tratar de vincularlo a que las mujeres participaban activamente en las ceremonias y los rituales, en la producción de los alimentos necesarios para que estos se llevasen a cabo y que cumplieran el rol simbólico y social, el cual implica una fiesta en el Tahuantinsuyo.

¿Y en cuanto a injerencia en decisiones políticas y/o económicas, las mujeres cumplían algún rol?

En particular, este tipo de investigaciones no apunta a eso, pero sí se puede ver el papel de las mujeres en distintas sociedades, y mirarlo desde un punto de vista no tan occidental del rol de la mujer, no tan patriarcal como el que tenemos nosotros, donde vinculamos al tiro que si estaban divididas las actividades es porque las mujeres estaban relegadas a diferentes espacios, lo que implica una subordinación, sino que hay que considerarlo en esta dualidad del mundo andino de la mujer y el hombre como un todo que se junta y que son parte del mundo, como un complemento.

En cuanto a la protección de la cultura y de los vestigios precolombinos, ¿cómo se está abordando en Chile y cuáles son las tareas urgentes desde el Estado y la academia?

Desde la academia primero la labor que tenemos las arqueólogas es entregar todo el conocimiento y la producción que hemos generado, pero no de una manera patrimonialista sino construirlo en conjunto con las distintas sociedades que tienen miradas diferentes en torno a las diversas herencias culturales y a los vestigios. Acercarnos a las comunidades y entregarles las herramientas necesarias para que también conozcan sus restos, sus herencias en los distintos territorios de Chile. Es fundamental eso y no entregarlo como algo dado sino como algo en constante construcción, en un constante aprenderlo y dentro de eso como ciudadanos y ciudadanas tenemos el deber de cuidar nuestra herencia cultura, nuestro patrimonio, objetos, traducciones, porque son parte de nuestra identidad, de lo que nos define, y en el fondo, de las herramientas con que vamos a construir nuestro presente y nuestro futuro.

El crecimiento económico por sobre la valoración del patrimonio

Creo que a nivel país falta mucho más por proteger, muchas veces en esta sociedad capitalista que vivimos está el crecimiento del país, el crecimiento de los proyectos inmobiliarios, de la minería, de las empresas que muchas veces cumplen con lo básico de los Estudios de Impacto Ambiental, que es la ley que rige hoy en día para la protección de los distintos vestigios arqueológicos, pero no va más allá y muchas veces el proyecto se va a hacer igual y va a pasar por encima de restos. Al final, es cómo nos posicionamos nosotros como población, como gente que vive en el espacio y que esos vestigios son parte de nuestro pasado y de nuestro presente. Muchas veces las comunidades siguen usando muchos objetos que nosotros como arqueólogos los vemos como del pasado y están en constante uso actualmente, tanto en las construcción de nuestras memorias, como de nuestras identidades. Tenemos entonces como sociedad que cumplir un rol importante en tratar de hacernos cargo de nuestro pasado cultural, de nuestra herencia y posicionarnos con ella hoy en día. Enorgullecernos de los que somos como sociedad, muy particular, con mezclas de todo, con un pasado indígena muy importante y que forma lo que somos hoy en día, en distintos lugares de nuestro territorio.

¿Y qué sucede con la educación escolar y universitaria que no se traspasa esa pasión por defender este patrimonio y que hoy día está presente también, pero que no se logra permear a los niños y jóvenes para que luego sean adultos conscientes?

Yo creo que tiene que ver también con entregar las herramientas suficientes en el mismo colegio, en la misma enseñanza primaria o en las casas, acerca de cómo nos construimos como seres humanos en el espacio. Es el mismo hecho de defender nuestro terreno, nuestro patio, nuestra naturaleza. En el fondo nosotros nos constituimos dentro de ese espacio y tenemos que aprender a que somos parte de eso,  no somos un ser que se mueve de un lado a otro sin ningún problema y que nuestro entorno da lo mismo. Formamos parte de este entorno, entonces cómo posicionarnos y darles las herramientas para que sepan que hay un deber ser en el espacio, con toda nuestra carga. La labor de los profes es fundamental.

Actualmente igual hay un montón de instancias a nivel de la ciudadanía acá en Valdivia: la Red de Humedales que protege los humedales y todo el patrimonio que existe en torno a ellos, natural y cultural. Es súper lindo ver como la ciudadanía empieza a tomar posición y a exigirnos a las distintas disciplinas a que tomemos un rol, un papel y que además construyamos algo en conjunto. Y eso es fundamental.

¿Cómo es la recepción por parte de los alumnos de pedagogía en historia a quienes haces clases sobre arqueología?

Es súper lindo ese vinculo que se hace entre la arqueología y la pedagogía en historia, es un desafío como arqueóloga entregar esas herramientas para los futuros profes en nuestro país, cómo vincular las dos disciplinas que son hermanas entre sí, pero pudiendo entregar herramientas para los alumnos. Siento que están entretenidos aprendiendo de una forma diferente sobre nuestro pasado, viendo que hay distintas fuentes para reconstruirlo, no solo documentos, libros o imágenes, sino que también los objetos que son los que están constantemente mediando todas nuestras prácticas. Como éstos nos permiten acceder a voces que han sido calladas muchas veces en la historia, como las voces de las mujeres, que aparecen en documentos escritos, pero siempre en un espacio muy reservado, muy pequeño. Y a través de los vestigios se pueden recuperar las voces de las mujeres, de los esclavos, de indígenas, de gente que ha sido reprimida y de gente que no es la que está normalmente en el poder o la que no es presentada en la historia oficial ni tradicional de los países. Entonces, eso es crear herramientas de cuestionamiento de cómo construimos nuestro pasado, nuestra historia.

Amar nuestro espacio, nuestra ciudad, nuestro pasado

Uno cuida lo que es de uno y cuando chica el vínculo es distinto. Lo que yo sentía en Santiago –yo nací y me crié aquí- es que mucha gente no siente cariño por la ciudad, por su espacio,  entonces al final es como que uno pasa y no lo cuida, no lo protege, porque no es de uno y se distancia de eso. Siento que la sociedad en la que vivimos nos obliga a distanciarnos de nuestro entorno y quizás esta pandemia nos pueda  llevar a repensarnos, porque al final nuestra casa, nuestro entorno, nuestro edificios, las paredes de cemento o de verde, para quienes tienen esa suerte, significan algo para nosotros, nos construyen como personas.

Con el 18 de octubre en adelante la gente empezó de nuevo a sentir las calles como parte de sí. Muchas veces pasamos por un lugar que es hermoso y no nos damos cuenta o con un una historia importantísima y no lo sabemos, porque vamos dirigidos hacia otro lugar. En cambio todo lo que sucedió fue como stop, paremos, mirémonos las caras, veamos que el espacio público si puede ser de nosotros de interactuar de conocernos, de reconstruir cosas, historias. Encuentro que estamos en una etapa importante en la cual podemos repensarnos como sociedad y repensarnos a partir de nuestro pasado, de tomar las herramientas para pensar siempre mirando en nuestro presente, en cómo estamos viviendo, en cómo nos relacionamos. Es fundamental.

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Gabriela Pazos Periodista gabapazos@gmail.com