Antonella Giglio, arqueóloga y presidenta comunidad diaguita

“A la gente le gusta mucho la arqueología, pero no saben muy bien cómo cuidar o qué es dañino, porque a veces no quieren destruirlo, pero igual se llevan algo.”

Desde niña le interesó el estudio de las adaptaciones humanas, lo que la llevó a estudiar  arqueología en Santiago, lo hizo en la Universidad Internacional SEC.  En la actualidad es la presidenta de una comunidad diaguita que integra alrededor de 30 personas, ubicada en la comuna de Huasco, Región de Atacama. Con 35 años y apellidos europeos, Antonella es diaguita por el linaje de las mujeres de la familia, razón por la cual el apellido Sagua se fue perdiendo de generación en generación. A esta singular dirigenta le ha tocado lidiar junto a su comunidad con múltiples conflictos medioambientales que se mantienen en la zona, producto de la imposición de proyectos desde el Estado y privados que permanentemente están amenazando su cultura y el medio ambiente.

¿Cuál es la situación de tu comunidad hoy en día respecto a la valorización de aspectos culturales y patrimonio precolombino?

En nuestro caso, a cosas culturales directamente no nos hemos dedicado, porque con los problemas que tenemos en Huasco nos ha tocado usar nuestras energías para proteger el medio ambiente que está ligado con el patrimonio. Hemos tenido que proteger zonas naturales donde hay vestigios arqueológicos o zonas naturales de mucha importancia para nosotros. Una cosa protege a la otra y viceversa.

¿Cuáles son los principales conflictos que están enfrentando en Huasco que los ha llevado a movilizarse para defender el patrimonio y el medio ambiente?

Tenemos temas de hace años, por ejemplo, con CAP (Empresa Siderúrgica de Acero de Chile) y Guacolda (termoeléctrica en base a carbón, propiedad de AES Gener), que son los grandes contaminantes que tenemos acá. Hemos tratado de que mejoren y nos ha resultado, la CAP ha tenido bastantes mejoras medioambientales. Guacolda tuvo algunas mejoras, pero le falta, en realidad debe cerrar, al igual que todas las termoeléctricas. Guacolda destruyó una capacocha prehispánica inca diaguita el año 1994 y aún no se hace justicia. Estamos intentando que se haga hoy en día, pero no sabemos cómo nos va a ir. También estamos tratando con el CRAS (Consejo Multisectorial para la Recuperación Ambiental y Social) para que se cree un museo que sea totalmente para el patrimonio de Huasco, estamos en vía de eso.

También se han venido hartos proyectos a futuro, como es la carretera costera que quieren hacer, pasando por Huasco Bajo, en Atacama Sur. Estamos tratando de que sea lo menos dañina para el medio ambiente, para el humedal y para los sitios arqueológicos, que son de gran significancia cultural para la comunidad, no queremos que sean intervenidos en ningún momento. Además se han venido otras mineras en el interior (Pascua Lama y Nueva Unión, ambos megaproyectos mineros) donde nos ha tocado proteger el río. Tenemos proyectos de desalinizadoras que nos han querido poner, ahí también estamos tratando de que sea en una playa que ya esté destruida como Bahía Chapaco y no en una nueva que no está intervenida, como Playa Brava, ahí hay vestigios arqueológicos y es de uso de las personas locales.

Al parecer no existen instancias donde les pregunten a las comunidades qué tipo de desarrollo quieren para la comuna, para la región.

Todo el rato están tratando de introducir el supuesto “desarrollo” y “progreso”, que son las palabras que los disfrazan, acá en el valle hemos tenido que oponernos a la mayoría de las cosas o tratar de que nos hagan caso y eso cuesta harto. Como que ellos no te quieren hacer caso y al final les termina yendo mal porque la comunidad de todos los sectores se empieza a levantar y ahí quedan. Ahora, nuestro gran desafío son las obras viales, es lo que tenemos más encima en estos momentos.

Y en el tema de las mineras como Pascua Lama y Los Morros lo ven más las personas de arriba [aguas arriba del río], pero igual nos metemos nosotros porque todo baja por el río e igual el valle está conectado. Lo que les pasa allá arriba nos afecta a nosotros y al revés también, porque acá está el humedal y la costa, todo se complementa.

¿En qué podrían verse beneficiados con la propuesta de “desarrollo” que viene desde el Estado y las empresas?

Mira, la verdad yo no sé si nosotros queremos el desarrollo que nos traen ellos, porque que yo sepa acá no necesitamos nada, estamos bien, lo que necesitamos es descontaminar y que se hagan proyectos sustentables, como por ejemplo reforestar el mar que con la extracción masiva se ha pelado bastante; que el humedal de Carrizal Bajo sea Santuario de la Naturaleza nos ha costado muchos años. Eso fue un gran logro de nosotros el año pasado y ahora queremos que se logre también con el de Huasco.  

Eso es algo bueno y todo lo bueno curiosamente cuesta mucho, como que el Estado le tiene que pedir permiso a todo el mundo, pero si es algo para destruir no les cuesta nada, no le preguntan a nadie, es súper fácil. Y esas carreteras la verdad yo no las quiero y yo creo que aquí nadie las quiere, es porque Chile necesita unirse y darle una alternativa a la ruta 5, pero sinceramente no las necesitamos.

¿Están impulsando ustedes como comunidad proyectos propios en el área vitivinícola, turística, etc. que se topan con la imposición de este otro “desarrollo”?

Nosotros tenemos olivos y siempre se está tratando de que el Estado ayude un poco a los olivocultores; en el área del  turismo tenemos una tía que tiene un centro turístico que se llama “Los Olivos Centenarios”, que ha sido súper importante en Huasco Bajo, es el único que hay, impulsa el turismo rural y es muy conocido. De hecho, la carretera costera ha hecho caso en hacerle el quite, porque originalmente pasaba por encima, pero se dieron cuenta de que no podían pasar y se corrieron. Y todo lo otro ha sido evitar que nos pasen por encima, ha sido una lucha desde siempre, no paran, se va uno y llega otro y así. Como que el Estado no sabe cómo ponernos la pata encima, no sabe cómo hacerlo, les dio con nosotros.

Choque de dos visiones territoriales 

Nosotros no es que queramos parar todo, porque muchas veces si los proyectos le dan trabajo a la gente, ya, que vengan, pero nosotros como pueblo les damos indicaciones para hacerlo amigable y ellos no quieren. Tiene que ser a su pinta o si no, no. Ahí está el problema.

Hay otros que han resultado, como los de la CAP que son de descontaminación, les costó entender pero al final lo hicieron.

Respecto a ser dirigente mujer, ¿cómo has sido recibida en la comunidad? ¿Hay una mirada diferente al abordar los conflictos que deben enfrentar o no?

Mi edad quizás llame más la atención y a la gente de afuera lo que le llama la atención es que aquí en Atacama, en las comunidades diaguitas y coyas, la mayoría somos dirigentas mujeres y  no es tema que sean hombres o mujeres ni que haya más mujeres, sino que somos más activas en cosas sociales y ambientales. Es como que los hombres van detrás de las mujeres, es un matriarcado acá. 

Quizás es porque en Atacama es mas indígena la población y las mujeres, por lo menos en las etnias de aquí, son más igualitarias con los hombres, no sé en el sur. En mi familia por lo menos, ninguna está dominada por el marido, eso no lo he visto. Ni mi abuela ni mi bisabuela  eran así y acá en la localidad tampoco lo he visto. Siempre es una presidenta mujer.

¿Tú crees que ha aumentado la consciencia sobre la defensa del patrimonio cultural por parte de la sociedad en general?

Si, de todas maneras, hay una consciencia desde hace algunos años de todo lo que es el cuidado del medio ambiente y del patrimonio mucho más. Acá hay varios niños que son deportistas, que andan en bicicleta y como se usa mucho el trekking y la gente anda por los cerros, andan funando si ven basura, posteando las flores que salieron, los guanacos. Hay un grupo bien grande que son los más jóvenes que están bien preocupados de ese tema, están las redes sociales y les enseñan en el colegio. Pero hay otro grupo, los más viejos con menos educación, que siguen siendo despreocupados. Hay una generación que nunca tuvo conciencia de nada y siguen en eso. La mía por lo menos está más preocupada de lo que es Atacama, de lo que es nuestro, se dieron cuenta de que había que cuidarlo y que era valioso.

También creo sobre el patrimonio que le gusta mucho a la gente la arqueología, me he dado cuenta conversando, pero no saben muy bien cómo cuidarlo o lo que es dañino, porque a veces no quieren destruirlo, pero igual se llevan algo. Y ellos no saben que eso es malo, saben que es ilegal, pero no  saben porqué. Es una cosa de ignorancia, no de maldad, creo yo.

¿Cómo podemos colaborar quienes estamos lejos de las comunidades diaguitas, para ayudar en la difusión de sus temáticas y demandas?

La mayoría de la población es de Chile central y el problema es que esto es el norte y siempre el Estado lo ve que como que no es Chile. Es como que fuera Perú y Bolivia, más al norte sobretodo. Es como que si te hablan de un aymara o de un quechua es del país vecino, no han notado que es de Chile, nunca mencionan eso y el diaguita está en el limbo.

Ahora estamos medio de moda encuentro yo, por el olivar, porque está más cerca de Chile Central y  porque en el Museo Precolombino hace un año hubo una exposición sobre el arte diaguita que me imagino que habrá asistido público, y lo otro, es que hemos tenido tantos conflictos medioambientales en la zona que nos hemos hecho más conocidos. Además a nivel nacional somos la tercera etnia con más población, y aún eso no se ha reflejado mucho.

Y en el extremo sur….. están extintos, esos si que ya no existen para Chile central, entonces hay una gran tarea de los medios de comunicación de aprender que Chile central no es Chile y que se comparte etnografía con Perú, Bolivia y Argentina, porque además a los diaguitas nos consideran argentinos porque esas fronteras antes no existían. Hay mucha ignorancia, porque de hecho el quechua que vendría siendo el inca que es peruano llegó más allá de Santiago, de hecho son los orígenes de Chile. Y eso nunca ha salido a la luz, nunca se ha enseñado en historia y el Estado tampoco quiere hacerlo porque eso es considerado como ser peruano, y aymara es ser boliviano, siendo que todo el norte grande es de esas culturas. Acá también había quechuas. Entonces hay un problema de identidad, como que Chile es de Santiago y Viña hasta Concepción. La gente de Chile central ignora mucho los pueblos del norte porque son considerados de otro país. Es totalmente manejo político.

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Gabriela Pazos Periodista gabapazos@gmail.com