

Por Emilio Rivas y Carolina Andana
Historia
Hace tres años, Ida —recolectora tradicional de algas “pelillo” (Agarophyton chilensis)—, se retiró de su oficio al que se dedicó por más de 30 años.
Originaria de Purranque, Ida se trasladó junto a su marido y su hija de cuatro años a la Ribera Norte del río Maullín hacia finales de la década de los 80’, movidos por el boom alguero de la zona.
— Nos vinimos a la playa y ahí empecé a trabajar. Era una playa hermosa y había cualquier cantidad de alga. Salían camiones cargados todos los días. Venían cantidades de gente de todos lados a trabajar en verano para hacer plata para sobrevivir durante los meses de invierno.
Incluso niños chicos de 5-6 años trabajando, ya sea en el agua o recogiendo lo que quedaba de camino y lo vendían. Era increíble que un niñito de 6 años se hacía unas lucas de plata él solo.
Un cierto día, yo salí a las 1 de la mañana, una noche clarita, y aquí enfrente de mi casa había un montón de algas que habían varado. Me junté como 1000 kilos ese día. Era amontonar y amontonar, que estaba ahí.
Pasamos tiempos bonitos, tiempos buenos. Y nada, todo se termina a veces. Todas las cosas buenas, de repente una no las sabe aprovechar y terminan. Ahora hay tan poca alga, se ve tan poca gente trabajando. Pero todavía hay. Van a buscar, no sé, pues unos 50 kilitos verdes.
¿Qué es lo que más disfrutaba de este trabajo?
Bueno, lo que una más disfruta, es cuando recibe la plata jajaja. Una de las cosas. Pero también los días bonitos, los días de verano porque en la noche el agua es tibiecita. Igual una pasa susto porque andando, de repente, anda mucha pancora[1].
De aquí para arriba —señala su cintura— una se ponía más ropa por la humedad y el viento. El viento es el que a una más le da frío.
¿Y qué era lo que más le costaba del trabajo?
— Levantarse a veces, cuando había temporales. Ya que una no usaba la ropa adecuada, no como ahora con estas botas de los chinos que te tapan hasta por encima del pecho.
Técnica
Yo aprendí mirando nomás. Cuando llegué, bajaba a la playa y veía a la gente que trabajaba y qué alga trabajaba.
El diario de trabajar era levantarme a la hora de las mareas. Ahí yo bajaba al río, que me quedaba a unos 50 metros; con mi “quiñe” y un ganchito que una misma se hacía [para arrancar las algas].
El quiñe es una malla como un saco. Los buzos también los usan cuando bajan a recolectar en el fondo del mar, pero nosotras ocupábamos uno no tan grueso, porque con el agua queda muy pesado.

Recolección
La temporada de recolección es todo el año—nos enseña—. Una iba a recolectar cuando había un tipo de luna llena que botaba mucha alga. La que tenía las mareas más altas. Ahora ya no, hay muy repoco de alga. A las 12 de la noche, a las 1-2 de la mañana, una llegaba y se metía al agua. En la orillita no más.
Una iba en marea alta, para agarrar de lleno las algas a medida que la mar se iba retirando. Una llenaba su quiñe y va dejando el alga afuera. Y va por otro lado a buscar más y llegaba y amontonaba y amontonaba. Después tiraba [la alga] donde la marea no llega para así poder secarla.
En general, los más grandes secaban. No los artesanales, porque no es fácil de tender. Cuando era poco, yo sí lo hacía. Con horquetas se daban vuelta. Y al rato después, 1-2 horas, se daban vuelta de nuevo según cómo esté el tiempo. Luego, se juntaba y se vendía seca. O si no, se guardaba en bodega bien seca y se vendía después. También pusieron tendales como en los que se seca el pon pon.

El ciclo del Pelillo
El pelillo en sí no tiene raíz—explica la señora Ida—. Está apretada en la arena, porque eso no tiene raíz. Ahora tiene que plantarse, porque se sobreexplotó y se está terminando. Acá la temporada de siembra es mayo a septiembre.
Yo estoy en un sindicato y conseguimos algas por Calen, la isla de Chiloé. Trasplantamos con buzo: agarran un puñado de alga que entierran a pala en la arena.Y el agua aprieta la mata. Como 3 meses hay que dejarlo para que la planta esté firme y no la saquen por completa, cuando se pasan “arañas” que son unas cosas de fierro.
¿Cómo reconoce ud. un pelillo sano de uno que esté deteriorado?
El pelillo sano tiene esporas, que es el que crece. El pelillo es una cosa larga, que tiene muchos cachitos, y esos cachitos tienen más cachitos. Entonces esa es la espora del pelillo.
Cuando está enfermo el pelillo, se forma como un “anillo” alrededor del pelillo, o también se forma una baba, una cosa fea. Y lo otro, es que se apesta, pues queda amarillento, queda medio crespo; no ese pelillo largo, ese pelillo lindo.
Medioambiente
Aquí había mucho pejerrey, mucho róbalo en el río, mucho, pero muchísimo, pero se fue terminando.
Cuando llegaron las pesqueras, el río es muy chico para ese movimiento de una pesquera, que son muy nocivos esos alimentos que le dan a los pescados. Y pudo haber sido eso que empezó a destruir. Incluso había bancos de choritos ahí arriba. Esos bancos naturales se perdieron.
Lo otro pudo ser la gente, de repente somos muy avaros, porque empezaron a poner varas en la arena. Entonces en vez de salir temprano a trabajar, iban con la marea baja a sacar lo que había en las varas. No se mojaban, ni madrugaban, ni pasaban frío. Entonces empezó a disminuir la producción de alga, se sacaba mucho más así. Había cantidades de vara.
Antes, el que iba a trabajar entraba donde quería. De repente una que otra persona se molestaba, pero era muy raro. Después con los años se empezaron a concesionar en sindicatos. Entonces cada cual hace lo que quiere con su parcela.

¿Y han habido episodios de plagas o pestes en la zona?
Hace unos años se cayó una plaga. Era como un manto verde que caía encima del río. Un tipo de alga delgadísima ¡y era hermosa! Daban ganas de hacerse una cama con esa cosa. Pero sabe ud. que había tanto, tanto.
Esa alga fue muy nociva (Rhizoclonium spp.), y duró unos 5 años más o menos. El alcalde mandó una máquina y camiones para sacarla, porque la gente no podía andar abajo en la playa. Era impresionante la cantidad que se juntó de eso. Y con los años, de repente desapareció. Lo mismo le pasó al río Pudeto, en Ancud. Nosotros habíamos ido a Pudeto a comprar alga, pero por lo mismo, no se pudo.
¿Qué recomendaciones haría ud. para recuperar el pelillo?
Pucha mis ansías grandes seria que vuelva para que le de trabajo a la población, y la gente no emigre como emigraron toda la juventud. Desgraciadamente eso no va pasar, porque la gente; yo, el otro y el otro, no se pone de acuerdo. Incluso cuando se cercan las concesiones, el del lado no ayuda a comprar ni una vara para marcar. Entonces, incluso menos si una dice: —vecino, pongamos en veda esto—. No. Imposible.
Un año fue tan malo, tan malo que la gente se fue. Pasando los años los documentos [de las concesiones] que no se renuevan, caducan. Entonces las personas las pueden solicitar. Hay un montón de parcelas caducadas, pero nadie quiere solicitarlas porque no es rentable. Porque en primer lugar hay que sembrar, empezar a cuidar, y tiene que estar aquí, porque si es de otro lado, olvídese.
La señora Ida baja la voz, y tal como indica su nombre se ve ida por un momento. Porque acaso si perdió la fé en la Humanidad no ha perdido su fe en Dios. Pero ¿está acaso Dios separado de la Humanidad, o van siempre unidos de la mano, al igual que con el resto de la Creación? Acto seguido, nos enseña sus herramientas de la bodega, viejas amigas de tantos años. Al finalizar nos despide amablemente. Tenemos una historia que contar.

[1] Cangrejos
