Ítalo García nació y creció en el valle de Putaendo, región de Valparaíso, en un museo al aire libre en pleno campo, donde tuvo sus primeros contactos con el arte rupestre y los petroglifos de la zona. Y aunque en ese tiempo no dio importancia a lo que estos representaban para las comunidades, a medida que fue creciendo valoró su relevancia como elemento cultural y desarrollo local y se decidió a protegerlos, creando hace 8 años la Agrupación Altos Petros.
¿Cómo se decidieron a crear Altos Petros?
Fuimos tomando conciencia sobre los petroglifos que han desaparecido en el valle y que tiene directa relación con la acción humana, al no ver al arte rupestre como un elemento cultural importante para las comunidades. Fueron sacando las piedras para defensa de rio por parte de algunas empresas, realizar caminos para la pequeña minería y otras actividades que rompían cerros y se llevaban rocas con petroglifos, eliminando el vestigio de nuestras culturas ancestrales en el sector. Vi en la fotografía y la ubicación georeferencial de estos sitios, una forma de poder subsanar eso.
En este momento participamos cuatro personas, partimos dos en un inicio, siempre con recursos escasos, solo con amor al arte y recursos de las amistades, y así poder lograr un diseño, difusión, pendones, poleras, un sinfín de cosas que fueron saliendo a través de un proyecto que se desarrolló para darle un enfoque al turismo como un elemento importante dentro de las economías locales, para generar identidad a través de las imágenes. Hacemos poleras, llaveros con elementos del arte rupestre de la zona, para que generen identidad local en los mismos sectores.
¿Qué impacto han tenido en la comunidad como agrupación?
A través de Altos Petros se han desarrollado distintos talleres durante varios años, en aula y salidas a terreno, donde los niños pueden ver y observar el arte rupestre de primera mano.
Ha sido importante también el trabajo como guía de turismo porque viene una gran cantidad de personas interesadas en el tema y como dicen por ahí, no es ir solo al cerro y empezar a cazar piedras, porque además si uno no conoce el sector se arriesga a accidentes y a no encontrar petroglifos, entonces a través de un guía local puede encontrarlos, fotografiarlos y valorarlos.
Han tenido un rol importante como agrupación denunciando delitos contra los petroglifos ¿qué respuesta han encontrado por parte de las autoridades?
La última denuncia que se hizo con un tema criminal fue en San Felipe, pero no llegamos a ningún lado, porque la respuesta era que no habían fundamentos suficientes para respaldar un tema de destrucción de patrimonio, estando los elementos ahí mismo, o sea, fotografías, registros y todo.
Lamentablemente, estamos en un país que no valora los elementos culturales y las comunidades como un tejido social complejo y contextualizado en su entorno, sino que lo individualiza, y no es así pues. Nosotros vivimos en un ecosistema y somos parte, las personas viven en él y tienen el concepto de conocer su espacio, lo que habita y lo que hay en él. Cuando destruimos algo de su espacio destruye igual el tejido social, el espacio intercultural que tienen las personas.
¿Qué acciones debe tomar primero el estado para proteger los vestigios precolombinos que quedan?
Ubicarlos, georreferenciarlos y hacer un proyecto de inversión para generar trabajo y protegerlos. No es necesario destruirlos, taparlos con tierra o voltearlos con una máquina o quebrarlos, no es el objetivo. La protección real debe ser mantenerlos en el tiempo, que al final es lo único que queda del acontecer local de las comunidades originarias de ésta, nuestra tierra.
Vestigios de otras culturas
Desde el cerro Tucúquere en el sector de las Minillas, Ítalo nos indica la ruta que utilizaron varias culturas precolombinas durante siglos. Al frente se vislumbra el antiguo “camino del Inca”, después llamado camino real. Por ahí transitaba toda la mercadería hacia el norte, debido a la facilidad para trasladarse desde el sur, sin montañas que interfirieran en su paso. Nos cuenta que el comercio bajaba por el valle de Putaendo y se distribuía hacia el sector de Alicahue en Cabildo, Petorca al norte y San Felipe.
¿Qué otras culturas precolombinas estuvieron en esta zona?
La cultura Aconcagua ha sido ampliamente estudiada y dada a conocer a través de los diseños que han publicado arqueólogos en múltiples publicaciones, la cultura diaguita con una gran cantidad de diseños andinos.
Cuando hablo de Inca y otros diseños, me refiero a que se encuentran en la mayoría de los países del cono sur y de toda América, como es la cruz chacana o la cruz de mayo , las circunferencias, incluso hay algunos que hablan de runas o sea elementos que no formaban parte de las Américas, pero que también se pueden encontrar e identificar y que generen también algún indicio de quiénes llegaron primero acá. Porque al final, el desarrollo de estos diseños son en relación a la cosmovisión que tenía el alto andino, con elementos como la rana, el agua, el cóndor, el viento que es el aire, el inti (el sol) y otros elementos que podemos encontrar en las rocas.
¿Cómo coexisten con los proyectos que traen desarrollo a la región o a la localidad?
Trabajamos con otras organizaciones medioambientales en contra de proyectos que no van en la línea de lo que es del cuidado del medio ambiente y de nuestro tejido social. Esta conciencia ha ido creciendo a partir de la crisis ambiental. La crisis es ahora súper grande, la que se vive en Chile, al igual que en otros países es amplia y aquí no estamos ajenos.
Como te dije anteriormente, somos parte de un tejido social, formamos parte de un ecosistema, por lo tanto, no somos ajenos a lo que sucede en el país, a la crisis hídrica. Al final va muriendo la vegetación, con ellos los animales que se alimentan de esa vegetación y también las personas que hacen uso de esa vegetación y de esos animales, de los introducidos y también de los nativos. La crisis va mucho más allá de lo que se vive como persona.
¿Cómo ves a las nuevas generaciones respecto a valorar nuestro antepasado y cuidar el entorno?
Ha habido un avance, hay más conciencia hoy en día, se ha ampliado; las nuevas generaciones vienen con otro chip, no como el de nosotros de destruir todo, sino de mantener el espacio. El fin de semana fui a dar una vuelta en bicicleta y encontré a unas niñas con apoderados recogiendo basura. Ahí ves un cambio.
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