Desde Arica a Tierra del Fuego hay una gran cantidad de conchales que pasan casi desapercibidos para el observador distraído. En la mayoría de los casos, los conchales se mimetizan con su entorno marino, reciben nuevos restos de moluscos o la geología de la costa los va cubriendo hasta hacerlos prácticamente desaparecer.
La edificación y la construcción de carreteras dejan al descubierto capas de moluscos con su carga arqueológica que nos dan una idea de la vida de nuestros antepasados. Los conchales nos entrega información de cómo vivía la población cercana a la costa, por cuanto no solo hay restos de conchas, sino que también restos de peces, animales, herramientas y objetos que los pueblos ancestrales utilizaban en su vida diaria.
Carlos Aldunate, arqueólogo y director del Museo de Arte Precolombino, señalaba en una entrevista “Ahora estamos investigando unos conchales, unos basurales de pescadores en la costa de Antofagasta. En el basural puedes estudiar cómo vivía esta gente, puedes descubrir las tremendas innovaciones que se hicieron ahí, cómo el hombre fue conquistando el espacio del mar, cómo primero era orillero y con el tiempo hizo los sedales, hizo anzuelos que son iguales a los anzuelos que usamos hoy día, ¡pero hace 5 mil años! Después descubrió cómo navegar e hizo estas balsas de cuero de lobo infladas allá en el Norte, que eran ligeras y transportables, que son el antecedente del zódiac. ¡Un zódiac de hace tres mil años!” (Quepasa.cl 25.06.2014)
El loco en Chile
Un par de generaciones atrás, el molusco loco era parte habitual de la gastronomía popular chilena, hasta que se fue transformando en un alimento de lujo, hoy con veda hasta el año 2022. El objetivo de la veda es conservar la especie, fuertemente presionada en las últimas décadas por la extracción legal e ilegal a lo largo de nuestras costas.
Las generaciones adultas todavía pueden recordar lo grande que podía ser este molusco. Además se reciclaban como típicos ceniceros tanto en las casas como en restaurantes hasta que las actuales normativas prohibieron fumar en espacios públicos o la economía permitió comprar ceniceros más bellos, manufacturados en diferentes materiales.
El loco se ha consumido en Chile en forma permanente desde hace 10 mil años. La evidencia más antigua está ubicado en las inmediaciones de Los Vilos.
Donald Jackson, un desaparecido arqueólogo de Universidad de Chile, lideró la investigación sobres los restos de un hombre descubierto en el conchal de Los Vilos. Este habitante de la costa vivió hace 11.230 años y su esqueleto constituye el más antiguo del que se tenga registro en el país, y uno de los más antiguos de América.
Bajo, alrededor y sobre él, lo acompañaba el loco (Concholepas concholepas), el robusto molusco que habita en las costas de Chile y Perú y que puede llegar a tallas sobre los 10 centímetros con una carne que ocupa prácticamente todo el espacio de su concha. Historias de buzos hablan que su nombre se debe a su actividad irregular bajo el agua, o a sus movimientos estrambóticos al ser arrojados al bote. Sin embargo su nombre tiene su origen en el mapudungun.
Los caparazones más antiguos encontrados en conchales son de una talla pequeña. Esto se debía a que las comunidades capturaban los que se encontraban a menor profundidad cerca de la costa. Posteriormente el desarrollo de tecnologías marítimas y técnicas de buceo permitió la extracción de tallas más grandes.
El molusco tenía una gran importancia en la vida cotidiana de las poblaciones costeras, sólo podemos imaginar la alegría de las comunidades ante un día de buena recolección.
En cambio en la muerte, se han descubierto cuerpos enterrados bajo los conchales, cubiertos con caparazones de este molusco tal vez a modo de homenaje o simplemente como una muestra de lo práctico de su caparazón.
En las capas superficiales de los conchales, la mirada es capturada por las grandes conchas de locos que sobresalen entre los demás restos de moluscos. Debido a la dureza de su caparazón, normalmente están intactos, al revés de las demás conchas que están en un proceso de pulverización, confundiéndose con la arena de la costa.
Una gran concha de loco produce un sinnúmero de interrogantes. ¿Es un concha ancestral?. ¿Alimento a uno de nuestros antepasados?. ¿O es una concha contemporánea, dejada allí por generaciones recientes?.
Los llamados a responder estas interrogantes son los investigadores del presente y del futuro, que bajo los permisos y normas correspondientes, se le está permitido escarbar en los conchales en búsqueda de nuestro pasado.