Rayen Cariman representó a Chile en Ecuador como agregada cultural en el Gobierno de Michelle Bachelet en el año 2006. Se considera una mujer afortunada al poder transitar entre dos mundos: las raíces indígenas que abrazó por parte de su padre y de su abuelo mapuche Cariman Millanao y de su abuela quichua boliviana, y por otro lado, las raíces europeas nórdicas por el lado materno.
En ese transitar, hoy día es profesional asesora en el histórico proceso que estamos viviendo con la Convención Constitucional, desde donde ha sido testigo privilegiada de cómo ha sido este proceso que ya cumplió tres meses desde su instalación. Se siente esperanzada por los avances que le ha tocado presenciar.
Respecto a sus raíces mapuche, es orgullosa de su linaje Carrumanque que significa “cóndor nuevo”, cuya característica, es ayudar. “Nosotros miramos desde arriba y bajamos a ayudar para hacer lo que estamos encomendados”, cuenta Rayen, cuyo tugun (origen) familiar es San José de la Maquina en la zona de Valdivia, aunque ella nació en Molina, Región del Maule.
En esta conversación Rayen nos cuenta cómo ha sido este proceso de encantarse y reconocer a sus ancestros.
¿Cómo ha sido tu conexión con la cultura mapuche, con tus ancestros?
Yo diría que el proceso que yo viví le puede pasar a algunos de los hermanos mapuche. Yo estudié en un colegio, que si bien es cierto éramos de distintas clases sociales, pero había una fuerte discriminación a aquellos que claramente éramos indígenas, entonces yo sufrí lo que hoy día denominamos el bulliyng, era “la india”, “la alacalufe”. Entonces uno a los 10 años empieza en esa construcción de la personalidad a resistir, pero hasta cierto punto, empiezas a negar que eres mapuche, y empiezas a ocultarlo, a blanquearte. En este caso yo reafirmaba más el linaje de mi mamá para poder zafar de que te siguieran molestando.
Y así crecí toda la básica, después la enseñanza media y no fue hasta la universidad que una de mis grandes amigas me dijo: tú eres mapuche. Yo le dije no, mi papá, mi abuelo tal vez, pero yo no soy mapuche. Y ahí tú tienes la primera negación de pertenencia por todo lo que habías vivido, porque además, cuando tú estudias, efectivamente te dicen que el pueblo mapuche, ”vivió”, “habitó”, en un tiempo verbal en pasado, entonces son “estos salvajes”, “estos indios” y tú no querías vincularte a nada que estuviera asociado con tu identidad.
¿Qué sucedió en tu vida que te hizo encontrarte con tus raíces mapuche?
Esta buena amiga insistía y me presenta a una lamien que cursaba un año más en la carrera que yo estudiaba y fue a través de una invitación que ella me hizo al primer wiñol tripantu (año nuevo mapuche, se celebra la renovación de la naturaleza) y bueno, yo fui con mi cabello crespo, usaba el pelo rojo, de zapatillas y cuando llegué allá me dicen: “tú eres winca” y me echaron para atrás. Entonces ahí me dije: “toda la vida me han discriminado porque soy india y ahora los propios mapuche me discriminan porque soy winca”. Entonces sentía que estaba en dos mundos, con un pie en lo indígena y el otro en el mundo no indígena. Me fui de ahí muy molesta. El lunes nos juntamos con la lamien, le conté lo que había pasado y entonces ahí entendí. Ella me dijo que nosotros respetamos esa ceremonia y usamos el kupam (vestido) o una falda. La vinculación, más que la estética tiene que ver con la conexión de las energías de lo femenino, que ingresen también a nuestros cuerpos. Y ahí me fui metiendo y realizando trabajos voluntarios, después armamos un proyecto de lo que hoy día conocemos como revitalización lingüística. En ese entonces trabajábamos con los párvulos del Campamento Esperanza Andina, ahí yo empecé a conocer asociaciones mapuches de mujeres de Peñalolén y me enseñaron vestirme, a cómo usar el kupa (vestido mapuche), el trarüwe, la faja y fui comprando mis joyas. Así me inicié y encontré mis raíces, en la universidad a través de la educación, ahí empecé mi camino de búsqueda.
¿Cómo te ha acercado tu formación universitaria a este reencuentro con tus ancestros?
Estudié Educación Parvularia, siempre experimenté prácticas culturales en la educación porque venía ya como estudiante universitaria con proyectos de revitalización lingüística. En ese entonces ni pensar que era eso lo que estábamos haciendo, y tanto es así, que hoy día la gran sorpresa de la vida es que uno de mis párvulos de cuando yo era educadora en Peñalolén, y que hoy es machi, me la he vuelto a encontrar y me agradeció que yo siempre promoví en ella el amor a su cultura, a dejarla ser, y claro, empiezo a recordar mis prácticas educativas, para enseñar matemáticas y para el conteo yo usaba el quipu, el sistema de nudos del norte , las cosas concretas de nuestro pueblo. Entonces, de alguna manera empecé a tomar elementos de mis hermanos y a introducir prácticas educativas y eso obviamente al Ministerio de Educación le gustaba porque ellos lo hacían de una manera intuitiva. Hoy día hablamos de educación intercultural, de un modelo educativo mapuche, pero estoy hablando de hace 35 años atrás.
¿A qué atribuyes a que hoy día la reivindicación con los pueblos originarios, especialmente el mapuche, sea abrazada también por un grupo importante de winca, tal como lo hemos visto en las multitudinarias marchas que hemos presenciado donde se levantan banderas mapuche y de los pueblos andinos?
Yo creo que son múltiples los factores, pero básicamente nuestra lucha, nuestro caminar, no es de hoy día ni de ayer, son quinientos años. Es la lucha, la consecuencia de todos quienes nos precedieron, el trabajo, el pensamiento más profundo de nuestros ancestros, de nuestros kuyfiche. Esto se venía preparando, y si lo vemos en un ámbito de la cosmovisión, nuestros ancestros sabían todo lo que iba a ocurrir acá. Yo, en lo personal, muchas veces al asistir a guillatun, a we tripantu, cuando yo escuchaba a las machi que entraban en trance y te entregaban los mensajes de cómo iba a ser el año y qué venía, algunas de ellas hablaban de que iba a retornar con fuerza el mapudungun, que se iba a escuchar de cómo se iba a expandir y que el mapuche iba a estar arriba, que el mapuche iba a retomar su camino. Y si bien yo se lo comentaba a varias personas, pero nunca creí, porque veía a los hermanos encerrados en cárceles, las estadísticas diciendo que el mapudungun iba bajando y no tenías humanamente por dónde, pero entonces aquí actúan las fuerzas de la naturaleza, de nuestros ancestros, porque si no fuera por el trabajo de ellos, esto no sería con esta fuerza.
Cuando me dices a que crees tú, es el camino y el recorrido de Guacolda, de Lautaro, Caupolicán, de todas esas mujeres que no la pasaron bien, de nuestro hermano Matías Catrileo, Alex Lemun , de todos nuestros hueichafe que han dado la vida por esta convicción profunda y que hoy día algunos optamos por esta vía política para la instalación de nuestra cultura en esta construcción, en esta nueva Constitución.
Elisa Loncon, presidenta mapuche de la Convención Constitucional
También estamos hablando de algo que no esperábamos, tener una presidenta mapuche en un órgano que hoy se transforma en el cuarto poder más importante del país: a la lamien Elisa Loncon.
Es todo eso y también la sociedad chilena se cansó de la forma en que se estaba viviendo. Cuando los chilenos toman la bandera mapuche también es para reivindicar esa resistencia que el pueblo mapuche tenía. Muchos chilenos decían “perdónennos”, a nosotros los mapuche.
Hoy día nos parece un sueño que el pueblo mapuche esté logrando su presencia y no solo el pueblo mapuche, los pueblos indígenas. Pero para las generaciones que vienen va a ser normal que los pueblos indígenas tengan sus derechos, normal que hablen mapudungun, que los canales de tv, las radios lo enseñen, así como nos parece normal hoy el lenguaje de señas, pero antes no lo era. Entonces la normalidad de lo que debe ser, de esta tolerancia, de que todos podemos convivir, esa es la tendencia en el mundo.
En cuanto al cambio climático que estamos enfrentando hoy en día, hay un sector importante de la población, especialmente jóvenes, que ven en los pueblos originarios una forma de vida en mayor equilibrio con la naturaleza, lejos del deterioro ambiental que nos ha llevado el actual sistema económico centrado solo en el crecimiento infinito. ¿Cómo ves eso?
Mira, una vez se lo escuché a un chechai (una persona mayor) mientras miraba un rio contaminado, él decía: cuando nosotros éramos dueños, cuando nosotros teníamos la autoridad -pero no de posesión, no de dominación- la tierra, la ñuke, no estaba enferma. Esto, como primer diagnóstico de esta convivencia armónica. ¿Y porqué esa es la forma para la mayoría de los pueblos indígenas?, es porque nos sentimos, y creemos, y somos un elemento más de la naturaleza, no estamos fuera de la naturaleza, estamos con la naturaleza, somos parte de ella. Suena como muy místico y pachamámico cuando decimos el hermano árbol, el hermano rio, los espíritus, nuestros hermanos pájaros. Pero, sí son mis hermanos. Y yo soy una más. Entender eso, es entender nuestra filosofía, nuestra cosmovisión, nuestra cosmogonía, cómo vemos el mundo.
¿Cómo ven el desequilibrio ecológico que enfrentamos hoy, cuáles son sus consecuencias?
Para estar sanos nosotros tiene que estar la ñuke mapu (madre tierra) sana, tiene que estar en armonía y obviamente el modelo económico que instaló y que dejó una dictadura neoliberal es precisamente con una mirada de extractivismo, de estrujar a esta naturaleza que es nuestra madre, tratando de sacarle el último aliento y rentabilizar a esta madre lo más que pueda mientras esté en su edad fértil. Y aquí es donde hay una contradicción ontológica con la mirada de los pueblos indígenas, porque qué hijo podría explotar a su madre hasta dejarla enferma y sin ánimo, sin aliento, sin poder recuperarse.
Hoy día los pueblos indígenas estamos preocupados, estamos hablando del tema del cambio climático hace mucho rato. Cuando nosotros hablábamos de lo dañino que estaba siendo el monocultivo, entonces se nos acusaba de terroristas, de entorpecer, de bloquear la economía, el desarrollo del país, que somos incivilizados, etc., pero hoy en día todos pueden ver que donde hay monocultivos no hay agua, ha llegado la sequia, es económicamente más costoso para los municipios cuando tienen que llevar agua en camiones aljibe, tienen que armar todo un sistema, es antinatura.
Hoy día vemos lo que pasa con el Proyecto Dominga. Son reservas de la biodiversidad, cómo vamos a permitir que aquel que tenga más dinero pueda destruir ese equilibrio. Para nosotros es muy fácil entender que no está correcto, pero pareciera que los que no han sido educados con ese respeto a la naturaleza lo ven como un elemento a dominar.
¿Cuáles son los principales desafíos que ves para que los gobiernos de turno comprendan que somos parte de la naturaleza y que no entenderlo implica que estamos poniendo en jaque la posibilidad que los niños y niñas y las próximas generaciones la disfruten como lo hacemos nosotros/as ¿Ves en el proceso constituyente una posibilidad real de integrar esta mirada?
Yo hoy día precisamente vi una señal potente de un sector de la derecha -no en su totalidad- que suscribieron una carta donde el primer reconocimiento que hacen es que el Estado y las personas han incurrido en violencia y malos tratos hacia nosotros -no recuerdo exactamente las palabras, la leyó Hernán Larraín- pero en el sentido de que esta nueva Constitución tiene que ser con la participación de los pueblos originarios. Yo tengo esperanza, porque los 155 [constituyentes] son en su mayoría la diversidad que hablamos en el bosque. Ya no hay monocultivo -hay un sector de monocultivo que de alguna manera seca- pero en este otro espacio está la diversidad de robles, de maquis, de sauces, hay un ímpetu y está esa savia, está aportando, y yo sinceramente creo que nos va a ir bien.
Cambios paulatinos
Sin embargo, estos cambios no van a ser mañana, porque nosotros tenemos que ir cambiando generación tras generación con una nueva educación, una educación no monocultural, una educación en que tú puedas hablar lenguas y vas a poder entender el mundo desde distintos puntos de vista. Y eso te lo va a dar un reconocimiento de la plurinacionalidad, te lo va a dar cuando tú seas capaz de comprender porqué para los kawescar son tan importantes las turberas y que si destruyes las turberas se destruyes la vida, así mismo como son los menoko [sitio sagrado que concentra biodiversidad] en el pueblo mapuche, y porqué es tan destructivo para los rapanui recibir tanto plástico y tanta basura en el mar.
Entonces ahí vamos conociendo y entendiendo al otro en una diversidad de pensamientos, respetando al otro, porque lo que buscamos no es que todos piensen igual, porque o si no, nos convertiríamos en el pensamiento de monocultivo actual y eso la verdad no se sostiene.
Cuéntanos algo sobre tu rol en la Convención Constitucional
En lo personal creo que la Convención tiene un desafío enorme, nos hemos ido ajustando en el sentido de esta institucionalidad, si tuviéramos más horas de estudio comprenderíamos por qué es tan importante establecer una base para la plurinacionalidad. Pero, ese es mi rol, el de ayudar a traspasar estos puentes, este entendimiento de aquellos que no conocen el mundo indígena y a mis hermanos indígenas que están entrando en esta institucionalidad. Y esto con la humildad de no pretender saberlo todo, sino mas bien, como digo, hacer de puente, de ayudar a traspasar que este caminar sea fluido y armónico, que es finalmente lo que buscamos todos los hermanos mapuche, transitar en ese equilibrio, en el buen vivir, buen pensamiento, buena palabra, buen actuar, buena persona. Pero esa buena persona no de bondad, sino más bien, en el actuar consciente, en lo que estás diciendo con tu actuar.
¿Cómo ves la oportunidad que se abre hoy día para los distintos pueblos originarios representados en la convención, se asemeja a otras instancias políticas conjuntas? ¿Cómo ves este espacio al interior de la Convención?
Yo creo que todos mis hermanos y hermanas que salieron constituyentes tienen una oportunidad histórica al contribuir en esta Constitución que le va a hacer bien a todos los chilenos, no solo a los pueblos indígenas. Los hermanos tienen que trabajar todos los temas, porque habrá algunos mucho más afines, pero finalmente es la construcción de toda una Constitución para ti, para los niños que vienen, para todos. Ese desafío es interesante porque por primera vez la voz la tienen ellos mismos, no está intermediada por los grandes interlocutores que eran otros, ya sea por sus títulos, sus academias. Esta vez el pueblo de Chile escogió a su gente. Hoy día tenemos una diversidad de pensamientos, de liderazgo, de experiencia. Algunos traen un camino con más años de recorrido político histórico, que no quiere decir que sea peor o mejor que aquel lamien que sea joven y que recién está ingresando aquí a este proceso, porque en este bosque, también van a ver espinos y la naturaleza no expulsa a nadie, los ordena y los instala para que todos convivan de la mejor manera con su propias energías y con sus propios ritmos. Ha sido bien interesante la convivencia.
Prejuicios históricos
Son años de prejuicios, son años de desconocimiento, entonces en lo particular la compasión y la comprensión, y ahí estamos trabajando, porque en la medida que nos conozcan, y se está dando a conocer, de que somos tremendamente ceremoniosos, que nos gusta la formalidad, la armonía. Estamos hablando del pueblo mapuche, que son armónicos, que siempre se busca esa conversación circular para llegar a acuerdos, que podemos estar muy en desacuerdo con temas, pero los conversamos y los conversamos para llegar a un consenso, aún cuando mi posición no haya quedado de manifiesto.
Me emociona ver cuando llegan las delegaciones y transitan por ese edificio con tanta historia [edificio del ex Congreso Nacional] o cuando vi a la Presidenta en un punto de prensa, y la vi a ella chiquitita, ahí entre las altas columnas de este edificio y el primer pensamiento que se me vino fue: “¡Guau! Y pensar que desde aquí se firmaron las leyes que significaron el despojo de nuestras tierras” y ver hoy día representada en una mujer, hablando de todo lo que ya han escuchado, entonces son situaciones que tú dices ¡guau!. Para mí eso fue impactante.
Yo por mi trabajo estaba en general acostumbra a los saludos protocolares a otras autoridades -ese fue mi primer impacto- ver en primera persona todo lo que significaba, acompañando a la Presidenta, ver a los oficiales cuadrarse y decirle “Buenos días Presidenta”. Fue fuerte, porque no estábamos acostumbrados, pero como dijo la mamá de la Presidenta, “por fin ganamos”, pero no es ese ganar para imponerse sino como un “ahora nos toca a nosotros”, pero armónicamente, preparados.
Yo especulo que les debe llamar la atención profundamente el equipo mapuche, muy preparado, de la Presidenta. Son doctores en filosofía, son máster en jurídica, el periodista que ha trabajado con productores de la televisión chilena, doctores en historia, analistas, cientistas. Además, en este andar, yo la verdad es que para eventos muy personales me pongo mi atuendo mapuche, yo en general ando, así como digo, “achimurrada”, pero la jefa jurídica anda con todo su traje, al igual que Elisa todos los días. Nuestro jefe de prensa que es un calquin, es muy estiloso, yo le digo que es como los hipster, sus jefes de gabinete llegan con su chumpiru [sombrero] de mapuche y con sus chalecos de lana. Entonces, es cambio de paradigma y de estereotipo del típico mapuche, aquí te ves representado: esto somos, esto hablamos, esto respetamos; y somos tan mapuche como la Presidenta.
Y principalmente, creo que a la Convención le debe llamar la atención su forma de dialogar, de parlamentar -como dijiste antes- la conversación circular no acostumbrada en el ámbito político y el aporte que esto implica para lograr integrar la visión del mundo indígena en quienes tienen una visión muy sesgada de la sociedad.
Lo que pasa es que a veces queremos cambiar lo que no se ha cambiado en 200 años y entonces también ahí es parte de la filosofía y de la sabiduría. Tú no puedes pretender que sea en un mes, en un día, en un año. En esta discusión son 200 años de Estado, de república chilena, de esta estructura, de que las constituciones se hacían entre 4 paredes y con solo un sector, entonces, si uno lo ve en la línea del tiempo es mucho tiempo y cuando esperamos que cambie su forma de pensar, esa gente que ha venido en estos 200 años perpetuando su poder, sus intereses, es complejo.
Yo la verdad pensaba sinceramente que no íbamos a tener tanto constituyente independiente, porque también tenía esa desesperanza aprendida, pero tú ves que la gente que fue a votar, votó en consciencia. Aquí no triunfaron los millones y millones [de pesos], triunfó realmente un pueblo que quiere un cambio y ese cambio lo reflejan los constituyentes que están ahí, porque incluso hoy día esos 15 constituyentes [de derecha] que declararon que hay que trabajar con los pueblos originarios, quién no te dice que son los aliados para poder lograr en la Constitución la tan anhelada plurinacionalidad.
Después veremos cómo bajamos esa plurinacionalidad a todo el Estado chileno y eso también va a requerir años de cambio de mentalidad, porque no solamente son los funcionarios, no solamente las autoridades, sino hasta muchas veces nuestros profesores o funcionarios en un consultorio son tremendamente racistas y no te facilitan la vida.
Entonces, ¿cómo construimos una sociedad más tolerante? Bueno, precisamente, conociéndonos, como por ejemplo la historia o relato del nieto selknam; el que no se conmueve, tendrá que volver a vivir otra vida. Entonces, hoy día por primera vez los chilenos están viendo cara, cuerpo, corazón y alma en el discurso y ya no solamente al pueblo mapuche, sino a los otros pueblos, porque todos los hermanos indígenas, todos, todos, tienen dolores, pero también hay sectores de nuestra sociedad que también tienen dolores, en las zonas de sacrificio, en aquellas zonas donde les instalan represas, las comunidades que no tienen agua, las que están sufriendo contaminación, todos ellos también tienen esperanza en esta Constitución. Todos los días tenemos protestas, pero protestas porque quieren y ven en la Constituyente una esperanza. Ya no le van a protestar al Congreso, porque ven en su inconsciente que aquí puede ocurrir ese país bueno para todos.
La Presidenta se ríe, pero yo le digo que me inspiro en ella, realmente tiene una fortaleza que ya la quisiera tener, una paciencia, que ya la quisiéramos tener muchos, una capacidad de siempre estar dialogando, no le tiene miedo al pensamiento distinto, y esa es la gracia hoy día, que podamos conversar, teniendo distintos puntos de vista, pero siempre con una base de respeto para el entendimiento.
Ojalá la entrega de este conocimiento [de esta entrevista] sirva para poder comprender más un punto de vista de nuestro pueblo, de una hermana mapuche. Nada más.
Entrevista Gabriela Pazos