La vida de los primeros habitantes en el fin del mundo

Investigaciones arqueológicas lideradas por Víctor Sierpe, arqueólogo de la Universidad de Magallanes, revelan las sofisticadas estrategias de adaptación que permitieron a los primeros habitantes de la Región de Magallanes prosperar durante milenios en uno de los entornos más hostiles del planeta.

Su trabajo, centrado en sitios clave como la Sierra de Baguales, ofrece una nueva perspectiva sobre el ingenio tecnológico y el profundo conocimiento del entorno que caracterizó a estos grupos cazadores-recolectores.

Sierra de Baguales: un Laboratorio al descubierto
La Sierra de Baguales, una zona montañosa en la frontera con Argentina, ha sido el foco principal de estudio. Hasta hace poco, esta área había sido escasamente explorada. Sin embargo, desde 2020, el equipo de Sierpe ha documentado evidencias de ocupación humana de hasta 3.000 años de antigüedad. Los hallazgos demuestran una clara especialización en la caza del guanaco, animal que no solo era la base de su alimentación, sino también una fuente crucial de materias primas.

Sierpe señala que lograron “distinguir varios puntos importantes donde sociedades prehistóricas se habían establecido, habían desarrollado tecnología lítica o de piedra, también tecnología sobre hueso”. (Laprensaaustral.cl. 21.09.2025)

También destaca que “El estudio de estos elementos nos permitió saber qué fauna se consumía hace 3.000 años y cómo se beneficiaron de esta fauna, sobre todo en el aprovechamiento de estos animales y cómo los huesos fueron utilizados para la confección de herramientas y armas”

La investigación destaca una notable tecnología ósea, donde los huesos de los animales eran transformados en herramientas y armas eficientes. Esta práctica de aprovechamiento integral es un testimonio de su capacidad para maximizar los recursos. Además, se han identificado yacimientos específicos en los altos de los ríos Baguales y Las Chinas, donde se extraían rocas de alta calidad para fabricar herramientas líticas especializadas, lo que demuestra una compleja red de aprovisionamiento y planificación.

El trabajo de Sierpe subraya que no existía una única forma de vida. Mientras los grupos del interior se especializaban en la fauna terrestre, otras comunidades desarrollaron estrategias distintas adaptadas a los recursos marinos de la costa.

Para comprender la movilidad y los patrones culturales de estos pueblos, la colaboración con investigadores argentinos ha sido fundamental. Esta perspectiva binacional reconoce que las fronteras políticas modernas no existían en el pasado, permitiendo un entendimiento más completo de los procesos prehistóricos en la Patagonia.

Patrimonio, conciencia y futuro
Más allá del descubrimiento científico, el proyecto busca aumentar la conciencia pública sobre el valor del patrimonio arqueológico regional. Sierpe enfatiza que educar a la ciudadanía sobre la antigüedad y el significado de estos sitios es la mejor herramienta para su conservación.

“Cuando se genera un poco de conciencia, cuando se entiende de qué se trata la antigüedad, qué es lo que significaba, cómo eran producidos, eso genera mayor conciencia para que las personas que lo visiten puedan ir a maravillarse y presentar un cierto respeto a estos símbolos que son patrimonio cultural”, explica el investigador.

Los resultados de estas investigaciones son de acceso público a través del repositorio Arca de la Umag y la colección de libros “Poblamiento Humano de Fuego-Patagonia“. Esta labor de divulgación no solo enriquece el conocimiento científico, sino que también fortalece la identidad regional y el aprecio por un legado cultural único, demostrando la increíble capacidad humana de adaptación a los desafíos más extremos.

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